Luiz Inácio Lula da Silva es el nuevo presidente electo de Brasil, tras ganarle en el balotaje a Jair Bolsonaro por 50,9% a 49,1% de los votos.
En su primer discurso, Lula señaló que “El mundo extraña a Brasil. Ese país soberano que hablaba en igualdad de condiciones con los países más ricos y poderosos y al mismo tiempo contribuía al desarrollo de los países más pobres.”
Analistas señalan que la victoria de Lula da Silva, vislumbra la promoción de un giro en la política exterior brasileña. Es evidente la atención de Lula a los procesos de integración regional en su discurso, ya que hizo énfasis en que vuelve “El Brasil que apoyó el desarrollo de los países africanos, que trabajó por la integración de América Latina, América del Sur y el Caribe, que fortaleció el Mercosur y ayudó a crear el G20, la Unasur, la CELAC y el BRICS. Hoy le decimos al mundo que Brasil ha vuelto, que Brasil es demasiado grande para ser relegado al triste papel de paria del mundo”
En un contexto dominado por la disputa geopolítica entre China y Estados Unidos, y la crisis alimentaria y energética derivada de la guerra en Ucrania, el retorno de Lula al Gobierno Federal brasileño podría facilitar el intercambio de puntos de vista sobre temas claves de la situación mundial en favor de los intereses de la región, como también ofrecería la posibilidad de una coordinación permanente con los demás países latinoamericanos.
Ana García, profesora de relaciones internacionales y directora del Centro de políticas de los BRICS, señala que el nuevo giro hacia los países latinoamericanos será el punto central de la agenda del nuevo Gobierno. La llegada al poder de Lula, podría volcar a Brasil hacia la integración regional. Brasil entraría en relaciones más incisivas con el Mercosur, en primer lugar, luego con los demás países sudamericanos, y en tercer lugar con África.
Diversos analistas concuerdan en que, la posibilidad de que Brasil y Argentina vuelvan a coordinar posiciones comunes, permitiría avanzar en políticas integracionistas, tanto en foros internacionales como a nivel regional, ayudado por la presencia de Andrés Manuel López Obrador, Gustavo Petro y otros líderes de centroizquierda en países de América Latina y el Caribe.
En la misma tónica el ministro de Economía argentino Sergio Massa, sostuvo que es “muy alentador” el triunfo de Lula Da Silva en el balotaje presidencial, para la relación de Argentina y Brasil; señaló también que se viene trabajando “en la construcción del diseño de un Banco Central regional, supranacional, con un régimen de comercio regional”.
Para Massa el triunfo de Lula “es la posibilidad de tener instrumentos para competir en el mundo de bloques que hoy nos toca vivir y fortalecernos de cara al comercio mundial”. También el embajador argentino en Brasil Daniel Scioli señaló que el triunfo de Lula es “un gran envión a la relación bilateral, a la integración latinoamericana, y al Mercosur”.
Asimismo el excanciller y exministro de Defensa brasileño, Celso Amorim, aseguró que Lula avala el ingreso de la Argentina a los Brics: “El ingreso de Argentina a los Brics ayudará a dar más peso a América Latina y el Caribe para tratar las cosas que interesan al mundo”
También podrían beneficiar a economías vulnerables de latinoamerica, la propuesta de Lula de desdolarizar el comercio regional a partir de la creación de una moneda común, al igual que la propuesta de fundar un Banco Central sudamericano, con las reservas Brasil como garantía.
Paulo Velasco, profesor de relaciones internacionales, coincidió en que la integración regional será uno de los principales puntos de la agenda internacional de Lula. Según el experto, durante el Gobierno de Bolsonaro el país actuó como “coadyuvante” en América Latina.
“Con Bolsonaro, Brasil prestó muy poca atención a su entorno regional. La relación con Argentina, especialmente en la época de Fernández, se ha deteriorado de forma brutal. El Mercosur también experimentó un periodo de relativo estancamiento, muy centrado solo en una agenda comercial, perdió gran parte de su vigor. Y en el resto de la región Brasil comenzó a actuar como un actor secundario, lo cual es muy extraño”, afirmó Velasco.
Velaso destacó que los BRICS serán muy importantes en la agenda internacional de Lula, así como otros mecanismos de cooperación Sur-Sur. Velasco señaló que el nuevo Gobierno debe buscar una relación con China “sin mezquindades ideológicas” tras los roces del bolsonarismo con el país asiático, y ve un mantenimiento de la misma postura que tiene Brasil con respecto a Rusia.
Dentro ésta agenda internacional, el principal desafío geopolítico de Lula da Silva será construir e imponer un proyecto político y económico que rompa con el alineamiento de Bolsonaro, con la Casa Blanca. Para el licenciado en ciencia política e investigador en análisis estratégico latinoamericano Matías Gabriel Caciabue, eso implica necesariamente restituir la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), relanzar el Mercosur (Mercado Común del Sur) y fortalecer a la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
En lo referente a la política interior brasileña, Caciabue analiza que los principales desafíos de una eventual presidencia de Lula da Silva serán económicos y políticos; en el primero, el desafío es un combate a fondo con la pobreza y el hambre. Alrededor de 33,1 millones de brasileños pasan hambre en la actualidad. En base a datos de la Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria, se reveló también que más de la mitad, 58,7% de los brasileños vive con algún grado de inseguridad alimentaria.
Por otro lado a nivel político, Caciabue sugiere que Lula deberá desmontar la apropiación de aparato del Estado brasileño, que las élites articularon luego del juicio de destitución contra Dilma Rousseff, como también contener y subordinar el programa económico del aspirante a vicepresidente Geraldo Alckmin, apoyado por esas mismas élites, exgobernador de Sao Paulo y opositor de Lula y Dilma.