Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, ha visitado China por segunda vez en un año. Según expertos el principal objetivo de Blinken es aclarar la postura de Estados Unidos respecto a China y a todos los países que configuran de forma independiente sus respectivas políticas hacia Rusia y el desarrollo de Asia.
Anna Ge, presentadora de CGTN Radio, señaló que “EEUU quiere mantener el diálogo con China y colaborar para abordar algunos de los problemas más urgentes del mundo y también cuestiones internas”.
Sin embargo Washington mantiene sus propios motivos en tales discusiones, utilizando con frecuencia a China como chivo expiatorio de sus propias dificultades geopolíticas y económicas, indica Ge.
“Es interesante ver cómo se desarrollan hoy las relaciones entre China y EEUU”, comentó.“… nos hemos acostumbrado a anticipar acontecimientos negativos poco después de la partida de altos funcionarios estadounidenses, lo que a menudo conduce a que cualquier acercamiento positivo sea posteriormente retractado o modificado por la parte estadounidense (…) Washington ha estado poniendo a prueba los límites de China unilateralmente”, subraya la comentarista.
Ge también señala que Biden firmó un proyecto de ley que probablemente prohíba el uso de la red social TikTok, poco después de que Blinken llegara a Shanghái, lo cual es una medida sin precedentes. El consejero delegado de TikTok, Shou Chew, un empresario de Singapur, ha prometido oponerse a las presiones para vender la plataforma de redes sociales a un propietario estadounidense, lo que supondría la prohibición de la aplicación a menos que la empresa consiga lanzar una impugnación judicial.
Los políticos estadounidenses tacharon a TikTok de amenaza para la seguridad y la privacidad de los estadounidenses, pero a raíz de una serie de concesiones realizadas por el expresidente Donald Trump, todos los datos asociados a la plataforma comenzaron a alojarse en Estados Unidos y a ser auditados periódicamente por empresas estadounidenses.
Los críticos denuncian que esta táctica de mano dura, es una estrategia para socavar la competencia de un exitoso competidor chino, como cuando Washington presionó a los aliados europeos para que prohibieran la tecnología 5G de Huawei.
“Estas reuniones no pretenden estabilizar o mejorar las relaciones, sino garantizar que no se descontrolen mientras EEUU sigue aplicando una política de contención, sigue acumulando activos militares en la región, sigue presionando al Gobierno chino en cada oportunidad que se le presenta. (…) Y también sigue atacando a las empresas chinas”, afirmó.
Pekín ha seguido comerciando con Moscú a pesar de los llamamientos de EEUU para aislar al país tras el conflicto marcial con Ucrania en 2022. Algunos incluso han culpado a China del éxito de Rusia en el conflicto, alegando que Pekín supuestamente suministra al país componentes cruciales para la tecnología militar.
“En esencia, EEUU está planteando ahora la cuestión de la presunta ayuda militar china a Rusia para vincular por la fuerza a ambos países (…) De nuevo, con el objetivo de desprestigiar, aislar y suprimir a Pekín”, apunta Ge.
“China, al igual que muchos otros países, como Turquía, Egipto, adopta una postura más neutral ante el conflicto ucraniano. Tiene en cuenta las necesidades de las dos partes, no solo de Ucrania, sino también de Rusia”, explica la analista.
“China no es parte ni participante en la crisis de Ucrania, y China y Rusia tienen derecho a llevar a cabo una cooperación económica y comercial normal, que no debe ser interferida ni restringida por ningún país. (…) El Gobierno chino sigue diciendo que este es un problema entre Rusia y Ucrania, no es un problema entre China y EEUU, y Washington no debería intentar convertirlo en uno”, resume Ge.
Asimismo Alexéi Maslov, director del Instituto de Estudios Asiáticos y Africanos de la Universidad Estatal de Moscú, señaló que la visita de Blinken demuestra la afición de Washington a utilizar las amenazas y los ultimátums como tácticas de negociación.
Maslov afirmó que Washington quiere que Pekín ponga fin a su ayuda tecnológica y financiera a Rusia, así como que disminuya el apoyo gubernamental a las empresas chinas que operan en los mercados occidentales, señalando que estas exigencias se presentaron en forma de ultimátum.
EEUU podría presionar a China para que cumpla la voluntad de Washington, con medidas que incluyen, triplicación de los aranceles existentes sobre las exportaciones chinas de acero y aluminio, el aumento de las restricciones contra los bancos chinos —hasta incluir el corte de algunos de estos bancos de SWIFT— y la imposición de sanciones contra determinadas empresas chinas que se verían impedidas de exportar sus productos al país norteamericano.
Maslov apuntó que China ya declaró con firmeza que va a decidir por sí misma con quién comerciar, apuntó Maslov, subrayando que Pekín ofreció a Washington resolver sus diferencias mediante negociaciones. El país asiático adoptó una postura mucho menos dura y extremista, ofreciéndose a resolver los asuntos mediante negociaciones y diciendo que no hay necesidad de enzarzarse en serias disputas.
“Esta postura de China contradice directamente la oferta hecha por Estados Unidos. Y aunque, en mi opinión, el deterioro de las relaciones [entre China y EEUU] no se ha producido, tampoco hemos visto mejoras significativas”, afirmó Maslov.
Washington no obstaculizó la ampliación de las políticas comerciales de Pekín hasta que el país asiático entró en una fase de desarrollo de alta tecnología y empezó a competir con los estadounidenses y occidentales, explicó el experto.
EEUU quiere que China siga produciendo bienes de consumo para los países occidentales y de la ASEAN, mientras que el sector de la alta tecnología debe seguir siendo prerrogativa de Washington y del mundo occidental, detalló.
Para Maslov no se trata de un asunto comercial, sino de la capacidad de moldear el futuro. Y Estados Unidos quiere mantener el monopolio en este ámbito.
Maslov también indicó que, a pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por sacar ventaja frente a China en microelectrónica a través de la Ley de Chips, que pretendía impulsar el desarrollo de semiconductores en país norteamericano, Pekín está cerrando rápidamente esta brecha al ser ya capaz de producir chips de cinco nanómetros y “microchips con inteligencia artificial”.
“Lo que se pensaba que China podría conseguir en 7 años puede lograrlo en 4 años. Ese es un nivel crítico en el que EEUU podría perder el control, o al menos el monopolio, de una serie de tecnologías, por eso la Ley de Chips resultó ser costosa y poco eficaz”, añadió.
Mientras tanto, China ha logrado avances considerables en ámbitos como la ingeniería genética y la microelectrónica, dejando atrás a otros países. Lo que diferencia a China de otras potencias occidentales, es el hecho de que la implantación de cualquier nueva tecnología es un 30% más económica para Pekín, lo que significa que los productos chinos serían más asequibles que sus análogos occidentales, afirmó el experto.