Las ciudades agrupan poblaciones donde cohabitan distintas formas de trabajo, distribución de riqueza, costumbres, culturas, maneras de pensar, y concepciones sobre el mundo que dialécticamente van conformando una unidad. A cada ciudad, le corresponde la reflexión tanto de sus condiciones de espacio como las características de sus habitantes.
La organización de una ciudad es un hecho político; involucra la toma de decisiones, donde se deben atender factores sociales, que implican el desarrollo económico y técnico, para la organización de una convivencia ordenada y el uso sostenible del territorio. La política de planeamiento urbano debe tener en cuenta tanto la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, como su expansión y crecimiento de manera organizada.
Como conjunto de técnicas, la urbanística interviene en la organización de la ciudad, y el uso del territorio. Hoy en día la planificación urbanística debe tanto solucionar distintas problemáticas sociales que surgen cotidianamente, como también construir una buena imagen de la ciudad. El fenómeno urbano es tan complejo, que hace la actividad de la planificación urbanística una actividad esencialmente interdisciplinaria.
Evitar la segregación social
Una de las más importantes cuestiones que debe atender la urbanística es el cuidado a que las poblaciones no se segreguen. Es sabido que en las ciudades contemporáneas la segregación de poblaciones genera efectos altamente negativos. Cuando se provoca una disminución de la interacción entre los grupos sociales en actividades tanto de ocio como productivas, se genera una desintegración social de tal magnitud, que se perjudican todos los estratos del espectro social.
Algunos problemas característicos que surgen como producto de la aglomeración de poblaciones en áreas segregadas, son el bajo rendimiento escolar, la disminución de la calidad de mano de obra, la discriminación de poblaciones, la degradación ambiental, y la desprotección social. La concentración de comportamientos disfuncionales en áreas segregadas, tiende a aumentar significativamente la probabilidad de que cada individuo que habite en ese espacio, presente los mismos comportamientos que percibe en el entorno.
Los comportamientos disfuncionales generan graves consecuencias, una de la más problemáticas para la integración sistémica, es la dificultad de inserción en el mercado laboral de las poblaciones segregadas, producto del desajuste espacial. Frente a esta situación, la discriminación y prejuicios de los empleadores respecto de quienes contratan son más probables. La calidad de la mano de obra se va paulatinamente pauperizando con el tiempo, generando para el país en su conjunto, menos posibilidades de desarrollo para producir mercancías de alto valor agregado.
Diseño mixtos en equilibrio con la naturaleza
Por otro lado la salud de una ciudad, implica también que su población pueda vivir en un entorno de naturaleza equilibrada. La presencia de elementos naturales en el paisaje urbano, permite que los habitantes convivan entre otras cosas, con bajo nivel de estrés. La implementación de zonas verdes logra crear microclimas dentro de las ciudades, que son pulmones que ayudan a reducir la contaminación del aire, como también permite la existencia de corredores ecológicos, para la conservación de la biodiversidad del medio.
La planificación de estos contextos, se guía por el aprovechamiento del espacio para más de un propósito, utilizando el suelo de manera mixta. Esto puede resultar tanto de la aplicación de diversos criterios de ordenación del territorio, como de decisiones pragmáticas de gestión urbana. Las estrategias y políticas para el desarrollo integrado y sostenible, pueden ser objeto de discusión política, como también una opción en la gestión de la administración frente a la importancia de los recursos naturales.
Sin embargo es la participación ciudadana, sin dudas, la que logra el condicionamiento más óptimo de los modelos de funcionamientos del territorio. Por lo tanto se le debe exigir a las ciudades procesos inclusivos para sus poblaciones, que sean amables con las mayorías. No obstante, como expresión del orden establecido, existen casos donde la ejecución de modelos urbanos ocultan jerarquías de poder, donde se niega equidad y justicia. Por eso depende de la conciencia urbanística de los ciudadanos, que el paralelogramo de fuerzas actúe a favor del bien común.