A un año de desencadenarse la guerra rusa-ucraniana podemos ver cómo se han acelerado los mecanismos de consolidación de un mundo multipolar. Bajo este esquema, la economía real se empieza a centrar en la producción de commodities y bienes industriales. Este orden multipolar puja por independizarse del domino del dólar; este objetivo se busca articulando canales de transacción financiera y comercial, basados en canastas de commodities, monedas locales y oro.
También la guerra apresuró la desdolarización de extensas regiones del mundo. El desarrollo de tecnologías que permiten la emisión de monedas digitales controladas por los Bancos Centrales, erosiona el rol del dólar como moneda internacional de reserva. Esto permite anticipar a algunos expertos, que este rol llegará a su fin en el transcurso de la próxima década.
Asimismo analistas señalan que las sanciones contra Rusia a partir del conflicto con Ucrania han desatado una inflación en occidente, que ha llevado a la Reserva Federal a restringir la emisión monetaria y a aumentar las tasas de interés, en un contexto de enorme endeudamiento estadounidense.
Hay que tener en cuenta que el aumento de las tasas y la restricción del balance contable de la Reserva Federal no han sido suficientes para contener la inflación. Sin embargo se ha logrado restringir la liquidez por primera vez en los últimos 29 años; en noviembre y diciembre hubo un crecimiento negativo de la oferta de dinero, conjuntamente con la proliferación de indicadores que anuncian una recesión económica.
En este contexto, los expertos en finanzas señalan que las cuatro corporaciones mayores del complejo industrial militar norteamericano, están acumulando enormes ganancias. También los seis monopolios norteamericanos que producen petróleo y gas, obtuvieron en 2022 ganancias que duplican las de 2021 y baten todos los récords históricos.
Hay economistas que aseguran que bajo esta altísima concentración económica y consolidación de mercados cautivos, la formación anticipada de precios por parte de estas corporaciones, se transforma en un elemento determinante de la inflación.
En medio de esta coyuntura, el periodista Seymour Hersh dio a conocer una investigación, en la que afirma que el atentado a los gasoductos rusos Nord Stream 1 y 2 que abastecían de gas a Europa, fue planeado de forma encubierta varios meses antes de la invasión rusa a Ucrania. Hersh cita a fuentes de organismos de inteligencia, y señala que el operativo dependió directamente de Joe Biden, su Asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan, el Jefe del Departamento de Estado, Anthony Blinken, Victoria Nuland, subsecretaria a cargo de asuntos políticos, y William Burns, Jefe de la CIA. Cabe recordar que ya en tiempos de la Guerra Fría, se sentían las fuertes presiones de los lobbies de la industria petrolera, para impedir que el gas natural de Rusia llegara hacia Europa occidental.
Expertos en comunicación denunciaron maniobras de distracción mediática luego de que Hersh publicara su investigación. Hay que tener en cuenta que los medios de comunicación masivos, responden a la concentración de poder económico monopólico, y su dinámica se repite en cada Estado dependiente del tejido financiero occidental. Estructurados en densas redes y plataformas tecnológicas, se narran y omiten a gusto distintos sucesos, con técnicas que incluyen tanto el relato de noticias fragmentadas como falsas.
La confusión es la táctica central para profundizar desvaríos en la memoria colectiva de la opinión pública. Bajo este esquema el debate público se estructura en torno a violentos sentimientos irracionales; el objetivo se basa en desatar miedo y falsas controversias, hacia un enemigo difuso. La maniobra se basa en acumular en los medios miles de sucesos y procesos, cuyo verdadero significado queda enterrado en el olvido. El bombardeo constante ataca a la reflexión, y capacidad de cuestionamiento de los asuntos públicos. Así la censura se tiñe de libertad de expresión.
A partir de este esquema, las poblaciones se vuelven vulnerables a financiar guerras, que sus resultados no serán para beneficio propio, sino que se convierten en combustible de un sistema financiero que le es ajeno. Asimismo la mayoría de las actividades de la industria armamentista son secretas, y los nombres de sus principales empresas suelen ser desconocidas para la opinión pública.
América Latina y los Tratados de Libre Comercio
En medio de esta dinámica, EEUU también pone la mira en América Latina. La Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica (APEP), propuesta por el Presidente Biden, ha empezado a recibir adhesiones, en su primera reunión oficial. Se han alienado: Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, República Dominicana, México, como también Panamá; países que tienen firmados Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. También se hicieron presentes países con pretensiones a tenerlos: Barbados, Ecuador y Uruguay.
Expertos señalan que la intención de impulsar la recuperación económica y el crecimiento en el continente latinoamericano, que pretende esta iniciativa, tiene el simple objetivo contrarrestar la presencia de China en el continente. Sin embargo Estados Unidos no cuenta con recursos suficientes como para contrarrestar las inversiones chinas orientadas a infraestructura, telecomunicaciones, redes digitales y recursos naturales.
China ha firmado con varios países Tratados de Libre Comercio, contando además con financiamiento e importantes bancos de desarrollo.
Cabe recordar que a través de los Tratados de Libre Comercio (TLC), EEUU diseñó un modelo de expansión económica a partir del comercio internacional, como motor del crecimiento económico del país y liderazgo en el mundo.
Analistas aseguran que a partir de un diseño estratégico de expansión económica, los TLC maximizarían las oportunidades para sectores económicos importantes de EEUU, como la tecnología de la información, telecomunicaciones, farmacéuticas, servicios, agricultura, tecnología ambiental y propiedad intelectual. Así se consolidaría su fuerza en asuntos económicos, políticos y militares.
Los TLC son instrumentos jurídicos que tienen un rango mayor que las constituciones de los Estados, por ser tratados internacionales. Es un instrumento que también compromete a los Estados a un determinado modelo de gestión económica, a partir de tecnicismos jurídicos concernientes a derechos y obligaciones.
Expertos en estos instrumentos jurídicos, advirtieron más de una vez, que una mala negociación en un TLC, podría implicar que los recursos naturales quedaran disponibles a las prioridades nacionales del Estado más fuerte.
Parte del peligro de una mala negociación de un TLC, radica en la activación de mecanismos concernientes a invalidar iniciativas de control estatal sobre los recursos naturales, que garantizan el libre flujo del comercio e inversiones en las actividades económicas vinculadas a dichos recursos. Por ejemplo relativo a América Latina, activar este tipo de normativas podría facilitar el acceso a los yacimientos de petróleo crudo y minerales, así como al potencial genético presente en la enorme biodiversidad existente en los territorios del hemisferio sur.