Brasil y Argentina vuelven a tener conversaciones para la creación de una moneda común que reemplace al dólar. Funcionarios de ambos gobiernos reconocen que hubo conversaciones para iniciar las tratativas en torno a la posible creación de la moneda.
Se trata del proyecto “Sur”, una idea diseñada por el economista Gabriel Galípolo, ex presidente del Banco Fator, quien ha colaborado con el programa de gobierno de Lula.
En campaña electoral, Lula defendió la creación de una moneda única en América Latina, como parte de la ampliación de las relaciones entre los países de la región, en un discurso en el Congreso Electoral del Partido Socialismo y Libertad.
Asimismo Fernando Haddad en un artículo publicado por en el diario Folha de S.Paulo, explica que se trata de un modelo similar al euro europeo; un instrumento para el incentivo de la integración regional y la soberanía monetaria de la región.
Pedro Páez Pérez, economista y docente ecuatoriano, aclaró que esta “No sería una moneda que elimine monedas nacionales, sino una creada específicamente para las operaciones de comercio intrarregional”
El experto explicó que se trata de una moneda unitaria de cuenta, que sirve para el comercio entre los países de la región; el modelo estaría acompañado de la creación de un sistema de compensación entre bancos centrales de esos mismos países.
Uno de los objetivos estratégicos del proyecto, es el reemplazo del dólar como moneda de intercambio en el comercio exterior. Páez Pérez afirma que el objetivo “…es garantizar el intercambio en monedas alternativas al dólar, como sería una moneda electrónica unitaria con la que operen los bancos centrales entre sí, el del país exportador con el del país importador”
El exportador privado o el importador privado, dentro de cada país, cobraría o pagaría en su moneda local ante el banco central. Esto genera un saldo a favor de cada país cuando exporta y en contra cuando importa, en la moneda virtual o electrónica, que funciona como unidad de cuenta.
Nueva Arquitectura Financiera
Páez Pérez es artífice de la Nueva Arquitectura Financiera, también un proyecto de integración económica y de soberanía financiera regional.
La Nueva Arquitectura Financiera Regional nace como respuesta frente a la matriz histórica de la dependencia contemporánea. El proyecto parte de la concepción, de que la cúspide de la pirámide económica actual está vinculada: a intereses financieros especulativos, al complejo industrial militar y a las transnacionales ligadas al control de los recursos naturales. Este diseño económico global provoca crisis sistémicas, y a partir de estas crisis, define a su favor el curso de los acontecimientos.
La Nueva Arquitectura intenta repensar la crisis contemporánea desde sus orígenes, ligados a las condiciones estructurales de la producción. Una de las características estructurales que el proyecto señala, es que la crisis contemporánea esta correlacionada con la hipertrofia del sistema financiero actual, que en condiciones parasitarias, ahoga al aparato productivo. La salida que plantea la Nueva Arquitectura es la de una transformación del aparato productivo en el marco de una relación más sana con el sistema financiero.
Las cinco soberanías estratégicas
En la misma línea, el economista ecuatoriano Andrés Arauz, señala que en el contexto latinoamericano actual se hace necesaria la ampliación de la producción en América Latina. Arauz entiende que se necesitan cinco tipos de soberanías de cara a un desarrollo futuro en la región.
Para Arauz “La región necesita pasar de una economía basada en recursos finitos, como el gas, el petróleo, la minería, a una economía basada en recursos infinitos, como la creatividad humana, la inteligencia, la diversidad. Entonces, eso implica el desarrollo de una política productiva basada en el conocimiento”.
Para lograr este objetivo estratégico, Arauz entiende que es necesario contar con una política educativa de amplia cobertura social, de buena calidad, buenos sistemas universitarios, arte, e inversión en ciencia y tecnología.
Arauz afirma que América Latina necesita alcanzar cinco soberanías para lograr el objetivo: soberanía alimentaria; soberanía sanitaria, con medicamentos y equipos de tecnología propios; soberanía de recursos naturales; soberanía energética, con sistemas eléctricos interconectados, con independencia de lo que otras fuerzas provean en términos de energía; y soberanía del conocimiento, con una política tecnológica común en donde se vayan cubriendo las necesidades de conocimiento para un sistema productivo propio.
Como ejemplo, el economista nos invita a imaginaros a Sudamérica con un sistema ferroviario común, que conecte las grandes ciudades del continente; más allá de la voluntad política, aclara Arauz que también se necesita dinero para poder ampliar la matriz productiva.
Arauz afirma que este objetivo estratégico necesita una “…arquitectura financiera propia, con un banco del Sur volcado a financiar proyectos regionales, no para la caja chica de tal o cual Gobierno, sino para proyectos grandes que necesita la región; y, segundo, un banco central sudamericano que permita que los pagos entre nosotros, los que son de Perú a Colombia, los que son de Brasil a Uruguay, los que son de Uruguay a Venezuela, se puedan hacer con una moneda común, una moneda regional e incluso inclusive mediante telefonía celular como ahora se viene haciendo con las tecnologías de información disponibles, entonces necesitamos modernizar nuestros sistemas de pago” , concluyó.