El pasado domingo se votó en Uruguay el referéndum por la derogación de 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). Más de 2.254.000 ciudadanos se presentaron en los circuitos de votación. La opción No para mantener los artículos tuvo un apoyo del 49,8% de los votantes. La opción Sí para derogar los artículos obtuvo un 48,8%.
El presidente Luis Lacalle Pou, interpretó la ajustada victoria como una “etapa superada”, y llamó a “dar vuelta la página”, marcando las nuevas prioridades del gobierno como la reforma de la seguridad social y el cambio en la educación.
Fernando Pereira, presidente del partido opositor Frente Amplio, resaltó la paridad de la votación, llamando a un “diálogo social”.
Analistas locales repararon en distintos aspectos de la jornada electoral llegando a dispares interpretaciones. Al igual que el presidente en conferencia de prensa, haciendo un paralelismo con los resultados del ajustado ballotage en 2019, hay quienes señalan que esta victoria genera en el gobierno un crédito o legitimación, que le permite avanzar en las reformas y cambios que se quiera proponer.
Por otro lado hay analistas que señalan que la coalición de gobierno y el presidente salen debilitados, porque si se compara con la elección anterior, los porcentajes de representación en el Parlamento (56%) que tiene el oficialismo, no responden al resultado del referéndum, sino al 54% de los votos.
También hay quienes han reparado en el gasto incurrido en la elección. Dado el similar resultado entre el ballotage y el referéndum, y la no modificación de la ley, se resaltó la pérdida de dinero y tiempo con el mismo.
Desde la apertura democrática en Uruguay en 1985, se recurrió en reiteradas ocasiones a instancias de referéndum y plebiscito, mecanismos de democracia directa consagrados en su Constitución, como forma de consulta ciudadana a la hora de incidir sobre decisiones políticas, en complemento de la democracia representativa.
Estos mecanismos son parte de las formas de lucha en defensa de los derechos ciudadanos y la democracia; como instancias de debate y reflexión política enriquecen la participación ciudadana. Es importante que estas instancias no sean socavadas, por argumentos dirimidos por tecnócratas ensimismados en mecanismos funcionales a la acumulación económica.